Estaba yo pensando, ya sé que no es conveniente pero es otro vicio que no puedo evitar, hasta qué punto tiene un gobierno dificultades para sacar una ley adelante, vamos que si es difícil, que si cuesta.
Teóricamente no se presenta la cuestión nada fácil. Habría que redactar una buena ley y convencer a una mayoría suficiente de esta bondad, todo ello en coherencia con los programas votados por los ciudadanos.
Pero no, como siempre nada es lo que parece y el asunto es bastante diferente. El procedimiento práctico es algo como esto:
Una vez clara la decisión, independientemente de su bondad, oportunidad y demás tarambainas, se aplica el procedimiento numérico.
Los diputados propios es claro que van a votar como si no pensaran, luego ya tenemos x votos. La mayoría suficiente la llamaremos y.
Calculemos ahora, entre los restantes diputados, todas las combinaciones posibles, según grupos, de y – x + 1 elementos.
Ya sólo queda ofrecer compensación a estos conjuntos de elementos teniendo en cuenta las pérdidas particulares que les supone la aprobación de la futura ley y elegir la opción más barata.
Por tanto a diferencia de la Jefatura del Estado que, como dijo su majestad de siempre la podría asumir hasta un mono con síndrome de Down, en el caso que nos ocupa de la Jefatura del Gobierno tendría que ser, como mínimo, un tonto del culo.
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Recuérdese que para que se pueda aplicar lo anteriormente descrito no basta que parezca que el Gobierno quiera aprobar una ley y así lo diga, tiene que suceder que sea cierto.
Teóricamente no se presenta la cuestión nada fácil. Habría que redactar una buena ley y convencer a una mayoría suficiente de esta bondad, todo ello en coherencia con los programas votados por los ciudadanos.
Pero no, como siempre nada es lo que parece y el asunto es bastante diferente. El procedimiento práctico es algo como esto:
Una vez clara la decisión, independientemente de su bondad, oportunidad y demás tarambainas, se aplica el procedimiento numérico.
Los diputados propios es claro que van a votar como si no pensaran, luego ya tenemos x votos. La mayoría suficiente la llamaremos y.
Calculemos ahora, entre los restantes diputados, todas las combinaciones posibles, según grupos, de y – x + 1 elementos.
Ya sólo queda ofrecer compensación a estos conjuntos de elementos teniendo en cuenta las pérdidas particulares que les supone la aprobación de la futura ley y elegir la opción más barata.
Por tanto a diferencia de la Jefatura del Estado que, como dijo su majestad de siempre la podría asumir hasta un mono con síndrome de Down, en el caso que nos ocupa de la Jefatura del Gobierno tendría que ser, como mínimo, un tonto del culo.
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Recuérdese que para que se pueda aplicar lo anteriormente descrito no basta que parezca que el Gobierno quiera aprobar una ley y así lo diga, tiene que suceder que sea cierto.
Como que estaba hoy con ganas de hablar.
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Nota: Ya sé que no resuta elegante la expresión sobre el síndrome de Down pero estaba en la fuente y la dejo correr. Y por otro lado parte de boca de sms que tampoco es elegante.
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Nota: Ya sé que no resuta elegante la expresión sobre el síndrome de Down pero estaba en la fuente y la dejo correr. Y por otro lado parte de boca de sms que tampoco es elegante.
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