Después de abonarme este trimestre mi estimada entidad bancaria habitual un céntimo en mi estimada cuenta corriente, me dirige una carta (de las comisiones ni hablamos).
Me informa de que tengo concedido un crédito de 20.000 euros. No tengo nada más que pasarme y decirles en qué cuenta quiero que me lo ingresen. Pequeño detalle: Al 8,83 % Tae.
Me envían también las condiciones del crédito al reverso de la carta. ¡Juro por mis muertos que jamás vi, entiéndase en el sentido estricto y figurado, letra tan infinitesimal!
Me voy a contener y no me voy a pasar porque como me pase lo mismo se caga la perra negra.
“La peor lucha es la que, siendo justa, no se hace”
Me informa de que tengo concedido un crédito de 20.000 euros. No tengo nada más que pasarme y decirles en qué cuenta quiero que me lo ingresen. Pequeño detalle: Al 8,83 % Tae.
Me envían también las condiciones del crédito al reverso de la carta. ¡Juro por mis muertos que jamás vi, entiéndase en el sentido estricto y figurado, letra tan infinitesimal!
Me voy a contener y no me voy a pasar porque como me pase lo mismo se caga la perra negra.
“La peor lucha es la que, siendo justa, no se hace”
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