jueves, 12 de noviembre de 2009

La chica de la Caixa.

La señorita de la caja, de mi entidad bancaria habitual, lleva jugando conmigo meses. Nuestra relación se reduce a los minutos en los que procesa los ingresos y retiradas.
Ella, sentada delante de mi y a un nivel inferior, decide hasta que punto me enseña el escote mientras se va girando entre el teclado y la máquina de billetes. Le gustan los sujetadores negros y rojos igual que a mi y aunque no tiene mucho pecho, lo gestiona bien. Yo, juego a que no me interesa lo que más quiero.
Hoy me cuenta que por no sé que razones me va a regalar un paraguas. Sin compromiso, eso sí. Y yo me pregunto ¿para... qué?
Para enseñármelo, el paraguas de marras, ha tenido que levantarse de la silla y la he visto caminar de espaldas. No estaba nada mal y no me refiero al para aguas que era bastante horroroso. Quiero pensar que está cansada de nuestra monótona relación y el regalo es el paseo.
A este paso me acabo informando sobre planes de pensiones que hasta ahora me habían tocado...
Muy de lejos.

2 comentarios:

  1. Comparto tu pasión por los paraguas.

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  2. Mira que sois simples los de la sección masculina.
    Más sencillos que el mecanismo de un paraguas.

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