O dicho de otro modo: al principio, la puntita nada más. Y luego: piano, piano, hasta que suene la campanilla o nos la muerda el niño. (O la niña.)
La otra posibilidad sería debatir razonada y razonablemente sobre las cosas pero, entonces, no estaríamos en España.
Y ahora... ¡Vamos, gente, que nos vamos!
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