Hoy puedo verme claramente,
después de todos estos años,
y tantos días y noches suicidas.
después de todos estos años,
y tantos días y noches suicidas.
Al estúpido calor de la residencia,
en una estéril silla de ruedas,
el cuerpo y los sentidos encorvados.
Allí estoy sentado, esperando,
casi ciego, los ojos incrustados,
en la oscuridad de mi cráneo,
en un tiempo dormido, esperando,
la llegada misericorde de la muerte.
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Un recuerdo cariñoso al maestro Heinrich Karl.
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