Me gusta despatarrar algunos libros y algunas mujeres. A ciertas mujeres sólo cuando se dejan y cada día menos. A ciertos libros, sin piedad.
Si las mujeres no se dejan pero me lo piden, en algunos casos las despatarro igual pero de otra manera. Los libros siempre lo piden y siempre se dejan pero, lógicamente, no siempre los despatarro.
Vamos, que tampoco sólo de despatarrar vive el hombre.
Si las mujeres no se dejan pero me lo piden, en algunos casos las despatarro igual pero de otra manera. Los libros siempre lo piden y siempre se dejan pero, lógicamente, no siempre los despatarro.
Vamos, que tampoco sólo de despatarrar vive el hombre.
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