jueves, 10 de septiembre de 2009

¡Es la hostia!

Me planteaba ayer, en un momento de debilidad reflexiva, cuánto petróleo se necesitaría para que todos los seres humanos del planeta tuvieran una vida mínimamente parecida a la nuestra.
Y eso, cogí unos datos de población, producción y consumo e hice unos números.
La conclusión a la que llegué es que, a partir de ahora, cuando alguien me cuente la historia de que vamos hacia un desarrollo solidario y sostenible no sé que voy a hacer, si llorar...
O partirme la polla de reír.

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