sábado, 10 de octubre de 2009

Afganistán, de momento, misión de paz.

Como la inmensa mayoría de la gente, no tengo una idea clara de lo que pasa en Afganistán, pero por analogía que dice la ley, me lo puedo imaginar.
(Por cierto, interesante película para mi gusto una situada en esta tierra, de un tanque y que creo recordar se llama La Bestia de la Guerra).
Si es cierto siempre, más lo es en estos asuntos pelín bélicos, la necesidad de romper huevos para hacer tortillas. Por tanto, lo raro no es que se rompan huevos sino que no sepamos el tipo de tortilla que se quiere hacer.
En todo caso, como también dice la ley, apliquemos la regla general: mientras algo no nos afecte, nos sudará el rabo. Y, especialmente, mientras no peligren nuestros huevos, el tema nos tocará los huevos.
Otra cosas sería si los huevos rotos fueran muchos (que los huevos rotos se pagan como los platos), si los costes de la cocina subieran y los resultados tortilleros no llegaran.
Aplicaríamos entonces la segunda opción: reforzaríamos nuestra ideología pacifista desempolvando el consabido eslogan del no a la guerra.
Y eso lo sabía Ansar, que creyó oler la tortilla iraquí y todavía se tiene que estar tirando de los pelos (no sé si de los huevos). Pero eso sí, en su caso y aún sin tortilla iraquí, las penas con pan siguen siendo menos.

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